"El enano con voz de pito, viendo el final de su ciclo cercano, puso en sucesión al gangoso mongoloide quien siguiendo los preceptos del Nuevo Imperio Mundial, nos dió la pelotita del representativismo para que estuviéramos tranquilitos y no molestáramos."
Delirios de un jodido enfermo mental.
Muerto el perro se acabó la rabia, o al menos eso es lo que comentaban los más ancianos del lugar, pero el perro tiempo ha que feneció y sus pestilentes huesos descansan en la paz de los cobardes, bajo la cruz de la vergüenza. Mas la rabia que el can portaba consigo no se acabó, sigue más viva y rabiosa que nunca y con su nuevo aspecto de vacuna se extiende más y más cual peste bubónica sobre las mentes de los menos curiosos y sus maleables cráneos.
Tras la muerte del hacedor de miserias, eclosionaron las larvas de moscas de mierda que en sus enpantanadas carnes (las carnes del pueblo oprimido) anidaban y bajaron al mundo de los mortales y moribundos, como modernos mesías salvadores, a traernos la buena nueva: "Compañeros, el final de la opresión ha llegado, ahora seremos libres, ahora por fin podremos descansar, dejar de luchar y aceptar las glorias de esta nueva sociedad que el Imperio nos trae." Y como astutas marionetas, nosotros alabamos sus palabras de prosperidad que nos llenaron de orgullo y satisfacción y así hicieron posible el sueño, su grande y maravilloso sueño, matar sus miedos, matar la Revolución.
De norte a sur, de este oeste se escucha al unísono un clamor popular, una voz desde lo mas profundo de la caverna de los corazones contaminados por el virus de la sociedad: "¡VIVA LA CONSTITUCIÓN!"
El plan está tramado, los ejecutores dispuestos y los ejecutados... ejecutados, siempre condenados, engañados, malheridos, hambrientos, derrotados pero sobretodo siempre ejecutados.
